¿Tu perro huye despavorido cuando oye eso de: «¡A bañarse!»? No te preocupes, porque no está todo perdido.
Aquí te revelamos unos cuantos trucos para que bañar a tu perro no se convierta en un suplicio.
Además, le ayudará a estar más fresquito en estos días de tanto calor. Ármate con cepillos, champú, toallas y... Sí, un traje de baño. Si tu perro necesita un baño como agua de mayo, pero no te preparas de antemano, acabarás bañándote tú. Así como lo lees.
Cepillar y lavar. Pero primero cepillar.
Cuando pensamos en el baño, lo primero que se nos viene a la cabeza es la temperatura del agua —«¿mejor fría o caliente?»— y qué champú es el más adecuado para el tipo de pelo de nuestra mascota. Pero párate a pensar. ¿No se te olvida algo? Lo primero que hay que hacer es cepillarlo. Cepillar a tu perro antes de bañarlo es fundamental. Y te damos dos motivos. El primero es que ayuda a quitar el exceso de pelo que nos impide limpiarle bien la piel. El segundo es que no malgastarás energía (¡ni champú!) lavando pelo que se acabará yendo por el desagüe.
Protege la piel de tu perro.
Apenas les vemos la piel, pero eso no significa que no esté ahí. La finalidad de un buen baño es limpiar y refrescar la piel, que no el pelaje. Aplica el champú masajeando con los dedos a través de la gruesa capa de pelo. No te olvides de frotarle bien las patas, la tripita, las axilas y la cola. Es mejor que lo hagas con las manos, ya que son partes muy sensibles. ¡Y recuerda! No les mojes la cara ni el morro y no apliques champú en esa zona. En su lugar, usa una toalla humedecida o bien un producto especial para esa parte del cuerpo.
Agua y más agua.
Lo que debemos evitar de todas todas es dejarle restos de champú en el pelo. Y para ello, tenemos que enjuagárselo a conciencia. Empieza por la zona del cuello y entre los hombros y ve bajando por el lomo para eliminar poco a poco el champú. No te olvides de aclararle las axilas, la barriga y entre los dedos de las patas.
¡A secarse toca!
Un baño perfecto acaba con un buen secado. Los perros también pueden resfriarse y coger infecciones en la piel por estar mojados. Además, si tienes perro ya sabes que el pelo húmedo —aun lavado con champú— desprende un olor desagradable. Así pues, seca a tu perro como corresponda a su tipo de pelo. Tal vez con una toalla ya tengas bastante, pero si tu perro es de pelo largo, lo mejor es que uses secador para asegurarte de que se seca del todo. Empieza por la parte de atrás de cabeza (igual que con el aclarado) y ve avanzando por el lomo. ¡Verás qué carita de contento pone!
Déjalo espectacular con otro cepillado.
Cepillar a tu perro después de bañarlo te ayudará a desenredarle el pelo y a que suelte el que le sobra. Cuando le hayas pillado el truco al secador, puedes probar a cepillarlo mientras lo secas, tal y como haces con tu pelo.
Ahora que ya conoces todos los secretos para que tu peludo esté impecable, ponte el bañador y prepárate para decir «¡guaauuu!» al ver los resultados.